domingo, 9 de noviembre de 2014

EL FUTURO DE LA MIEL

Imagen: http://www.emporiotesana.cl/

La miel es uno de los alimentos más antiguos que el ser humano ha conocido. En torno a ella se han generado multitud de mitos y leyendas y por su gran cantidad de propiedades fue, y continúa siendo, empleada para numerosos usos. 

Las abejas, responsables elaboración de la miel, habitan el planeta desde hace 35 o 40 millones de años. Dentro del género Apis, es la abeja europea (Apis mellifera), también conocida como abeja doméstica o abeja melífera, la especie de con mayor distribución en el mundo. Originaria de Europa, África y parte de Asia, fue introducida en América y Oceanía. 

La morfología de las abejas de miel parece no haber cambiado demasiado desde hace unos 30 millones de años, como se puede ver si comparamos los primeros fósiles y los individuos actuales. No se sabe mucho del grado de organización social de estos primeros miembros del género Apis, pero se presume que ya se había iniciado este comportamiento y que desde entonces ha evolucionado hasta la complejidad de las colonias de abejas de nuestros días. 

La actividad de las colmenas está gobernada por las feromonas. Esto hace que miles de hembras infértiles, las obreras, hagan todos los trabajos de la colonia, dejando la función reproductora a una sola hembra fértil, la reina.

Las reinas no son criadas en las típicas celdas horizontales del panal, sino que sus celdas son construidas para ser de mayor tamaño y en posición vertical. Además, no son alimentadas con polen como las larvas de las obreras, sino con jalea real. Se ha demostrado que es esta alimentación especial lo que hace que una hembra se desarrolle como reina y no como obrera.

Las abejas reinas viven un promedio de tres años. Las obreras viven períodos mucho más breves, de menos de tres meses en promedio. Las abejas reinas liberan feromonas para regular las actividades de la colmena. Las feromonas de la reina, entre otras funciones, modifican el comportamiento de las obreras de modo que éstas alimentan las nuevas larvas como obreras y no como reinas en condiciones normales. Muchas abejas obreras también producen feromonas para comunicarse con otras abejas.

La miel, el principal producto que se obtiene de las colmenas, se obtiene a partir del néctar que las abejas pecoreadotas absorben con su lengua de las flores que visitan. Estas abejas lo introducen en su buche y vuelven a la colmena, donde se lo entregan a las obreras jóvenes que encuentran más cercanas a la piquera, volviendo a salir en busca de más néctar tan pronto han pasado su carga. En este proceso, es importante no olvidar que las abejas ayudan a la polinización de las plantas, en algunos casos de forma exclusiva. Las abejas polinizan el 71% de las especies de plantas cultivadas, un porcentaje que proporciona el 90% de los alimentos que consumimos.

Las abejas del interior transforman el néctar y lo combinan con la enzima invertasa que contiene la saliva, al tiempo que rebajan el porcentaje de humedad, desde un 60 % con el que entra el néctar en la colmena, hasta un 16 ó 18 %, que tiene la miel cuando las obreras lo operculan en las celdillas. El proceso puede durar varios días, dependiendo de la humedad y temperatura exterior.

Para producir un kilo de miel, una abeja obrera necesita transportar 5 kilos de néctar, lo que equivale a recorrer 8.000 km y realizar 200.000 vuelos desde la colmena para pecorear un millón de flores.

La miel contiene sobre todo hidratos de carbono de fácil asimilación, lo que la convierte en un estupendo reconstituyente contra la fatiga o el estrés. Contiene además prebióticos, sustancias muy reconocidas por sus beneficios para la salud humana. Todas las mieles, en general, tienen poder antibacteriano y antiséptico. Esto hace que contribuyan a reforzar el sistema defensivo y ayuden a cicatrizar heridas. 

Al uso de miel, cera y propóleos, productos clásicos, se ha unido el de la jalea real y el veneno, utilizado por la Apiterapia.

Sin embargo, la manipulación industrial y las malas prácticas productivas han estandarizado la miel que llega a los comercios, normalmente desde un origen lejano o desconocido y con dudas sobre su calidad.

La presencia de residuos de acaricidas y antibióticos en muchas mieles, y la destrucción de vitaminas y enzimas a causa de su excesivo calentamiento son otros problemas que devalúan este producto cuyo valor alimenticio es excepcional.

En España, el sector apícola se enfrenta no sólo a la competencia de las importaciones de miel a unos precios inferiores a los costes de producción, sino también a la búsqueda de soluciones para evitar la muerte de colonias o estados sanitarios deficientes por la incidencia de las “nuevas enfermedades”, como la varroa o del genéricamente nombrado “síndrome de despoblamiento" de las colmenas.

Como respuesta a esta situación, muchos apicultores se están planteando la vuelta a los métodos tradicionales, que se usaban hace más de un siglo. Las colmenas se remodelan y se rechaza el uso de plaguicidas y otros químicos para la producción de miel. Con esto se quiere promover el retorno de los métodos simples de cuidado de las abejas como forma de asegurar que no se pierdan más poblaciones de las abejas de miel.

Imagen: www.aarp.org

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